Otro símbolo aún más importante es la muda de la piel de la serpiente, que
según se nos alcanza no han acertado hasta ahora a interpretar los simbolistas. Así como el reptil al despojarse de la piel se libra de una envoltura de grosera materia, demasiado enojosa ya para su cuerpo, y entra en un nuevo período de actividad, así también el hombre al desprenderse de su cuerpo grosero y material pasa a un nuevo estado de existencia con mayores facultades y más enérgica vitalidad. Por el contrario, los cabalistas caldeos dicen que cuando el hombre primitivo (47) se despiritualizó por su contacto con la materia, le fue dado por vez primera cuerpo carnal, y así lo simboliza aquel significativo versículo: “Hizo también el señor Dios a Adán y a su mujer unas túnicas de pieles y los vistió” (48). A menos que los intérpretes quieran convertir a Dios en sastre celeste, ¿qué otra cosa significan estas frases aparentemente absurdas, sino que el hombre espiritual en el curso de su involución había llegado al punto en que el predominio de la materia le transformó en hombre de carne? (49). Esta cabalística doctrina está más acabadamente expuesta en el Libro de Jasher (50), donde se dice que Noé heredó estas túnicas de Matusalem y Enoch, quien a su vez las había recibido de manos de Adán y su mujer. Cam se las hurtó a su padre que las había puesto en el arca y las dio secretamente a Cus, quien, a escondidas de sus hermanos e hijos, las transmitió a Nemrod.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .