Así como Esaú es el hijo mayor, anterior a Jacob, sin embargo no recibe la

herencia, que le correspondería por el derecho de primogenitura. Esaú es también llamado Edom, nombre que da la tradición hebrea (refiriéndose a los reyes de Edom) para las 'creaciones anteriores', que se consideran como incompletas o insuficientes; es decir, donde no se ha manifestado la tierra y el hombre como expresión de las posibilidades prototípicas, imagen o presencia del arquetipo. Esaú, que vende su derecho de primogenitura (su filiación espiritual) por un plato de lentejas, es imagen del hombre viejo, y el exilio de Jacob y su "viaje", imagen también de la búsqueda del sí–mismo, de lo real. Esta misma epopeya será la que como pueblo, Israel, sacado de la esclavitud de Egipto, que en un sentido o en ese caso representa el mundo profano, realice a través de sus distintas pruebas, como la travesía del desierto, o el paso del Mar Rojo, conducidos también por el eje simbolizado por la columna de fuego que los ilumina en la noche y la columna de nube que los guía y los oculta a sus perseguidores (manifestaciones de la Shekinah o "presencia" divina), mientras el alimento espiritual aparece, como el rocío alquímico, por una coagulación o actualización que la noche, imagen aquí de la inmanifestación, deja durante el alba, al rayar el día o mundo de lo manifestado, alimento que encarna un conocimiento transmutado y sostiene el cumplimiento de la Promesa hecha a los primeros padres, en el origen del tiempo, a un pueblo nacido de las entrañas de su Dios, o a un pueblo a quien la Deidad le ha dado el ser en el origen y la promesa de su generación o de su re–generación, el que recibirá, por intermedio de Moisés, la revelación del Sinaí, que es la Torah, la cual en su exoterismo será la Ley y en su esoterismo la Revelación, de la cual aquella es un símbolo, como la cosmogonía lo es de la metafísica.

Jose Manuel Rio . ACERCAMIENTO A LA CABALA: Sobre el Arbol de la Vida Sefirótico .

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