En primer lugar, el neófito debe adquirir imperio sobre los pensamientos que crea sin cesar
en su inteligencia, agitada y turbulenta, “tan difícil de subyugar como el viento”. La práctica sostenida y cotidiana de la meditación y de la concentración, háyase ya establecida, desde antes de la entrada en el Sendero probatorio, y pone en orden a la mentalidad rebelde; y así, con concentrada energía trabaja el discípulo para completar su obra, porque sabe que el inmenso acrecentamiento de potencia central que acompañe a su rápido crecimiento, constituirá un peligro para sus semejantes y para él mismo, a menos que no subyugue por completo la fuerza agigantada. Valdría tanto entregar dinamita a un niño para que jugase, como el confiar los poderes creadores el pensamiento en manos de un egoísta o de un ambicioso.
Annie Besant . La sabiduría antigua .