Hechas estas precisiones, diremos claramente que la idea de manifestación, tal como las doctrinas orientales

la consideran de una manera puramente metafísica, no se opone de ningún modo a la idea de creación; se refieren solo a niveles y a puntos de vista diferentes, de tal suerte que basta saber situar a cada una de ellas en su verdadero lugar para darse cuenta de que no hay entre ellas ninguna incompatibilidad. La diferencia, en esto como sobre muchos otros puntos, no es en suma sino la misma del punto de vista metafísico y del punto de vista religioso; ahora bien, si es verdad que el primero es de orden más elevado y más profundo que el segundo, por ello no lo es menos que no podría de ningún modo anular o contradecir a éste, lo que está por lo demás suficientemente probado por el hecho de que uno y otro pueden muy bien coexistir en el interior de una misma forma Tradicional; habremos de volver sobre esto después. En el fondo, no se trata pues más que de una diferencia que, para ser de un grado más acentuado en razón de la distinción muy clara de los dos dominios correspondientes, no es más extraordinaria ni más embarazante que la de los puntos de vista diversos en los cuales puede uno legítimamente colocarse en un mismo dominio, según que se le penetre más o menos profundamente. Pensamos aquí en puntos de vista tales como, por ejemplo, los de Shankarâchârya y de Râmânuja al respecto del Vêdânta; es verdad que la incomprensión ha querido encontrar, ahí también, contradicciones que son inexistentes en realidad; pero inclusive eso no hace más que hacer la analogía más exacta y más completa.

Ariza Francisco . Apercepciones sobre el esoterismo islámico y el Taoísmo .

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