Reunámonos aqui ante Dios, ante este príncipe eterno de toda vida y de toda existencia,

el único a quien se pueden ofrecer homenajes meritorios que no corresponden a ningún otro ser. Reunámonos ante él, con respeto y admira- ción porque ha permitido que el alma del hombre comparta así la benignidad de su existencia divina y la administración de sus tesoros santificantes. Reuná- monos, repito, con un santo estremecimiento, para que nuestra existencia in- mortal reúna así todas sus fuerzas para no recibir en vano este sacramento de la palabra y para que pueda contener las aguas de este río inmenso que este sacramento hará que fluya por ella.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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