Casi todos nosotros empezamos con la certidumbre y, a medida que envejecemos, esa certidumbre se
convierte en incertidumbre, y morimos con la incertidumbre. Pero si uno empieza con la incertidumbre, cuestionando, inquiriendo, exigiendo, dudando verdaderamente de la conducta humana, de todos los rituales religiosos con sus imágenes y sus símbolos, entonces de esa duda surge la claridad de la certidumbre. Cuando existe un claro discernimiento, por ejemplo, en la violencia, el discernimiento mismo disipa toda violencia. Ese discernimiento se encuentra fuera del cerebro, si puede uno expresarlo así. No es del tiempo. No pertenece a la memoria ni al conocimiento, y así, en su acción transforma las células mismas del cerebro. Ese discernimiento es completo, íntegro, y de esa integridad puede surgir una acción lógica, cuerda, racional.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .