La primera de estas propiedades es la capacidad que ofrece el éter astral de ser
amoldado por el espíritu, en formas, la segunda, es la de tener en suspensión a las moléculas de materia densa en sus rayos parecidos a hilos, como en una red. Si se nos preguntara como sabemos nosotros que el éter posee esas cualidades, tan indispensables para nuestra hipótesis mágica, responderíamos que esas cualidades son la única explicación posible de las propiedades de la materia viviente como, asimismo, las del espíritu consciente. No podemos explicar el espíritu sin emplear términos pertenecientes a la materia viviente sin emplear términos pertenecientes a la conciencia . Es necesario que la sensación concierna , a la vez, a la materia y al espíritu; ella permanece inexplicable, aislada. Para explicar la sensación nerviosa, nos es menester admitir una substancia intermedia entre la materia y el espíritu; para comprender un movimiento voluntario, tenemos necesidad de una igual de la existencia de una substancia tal, o sea que tenga la facultad de recibir y retener el impacto del espíritu, la de influir en la posición, en el espacio, de las unidades atómicas. de la materia. Tales son las propiedades que asignamos a nuestro hipotético éter astral, sirviéndonos, para Justificarlo, de los mismos argumentos que han sido reconocidos válidos para el éter de los físicos. Defendemos los precedentes en favor de nuestra hipótesis; si los argumentos que han hecho admitir el éter de los físicos son aceptables, es difícil ver por qué un éter de otro orden no lo seria en psicología. Una vieja máxima dice que las hipótesis no deben ser multiplicadas inútilmente pero cuando una hipótesis como la del Éter ha sido reconocida como tan fecunda estamos ampliamente justificados experimentando con una hipótesis parecida en una ciencia hermana de la primera Una cosa es cierta, y es que jamás la psicología hizo progresos reales mientras se haya limitado al solo punto de vista materialista, viendo a la conciencia como un epifenómeno, es decir, como un producto incongruente e imprevisible de la actividad psicológica, si es que puede existir en la naturaleza una cosa semejante. Aprendamos una lección del alquitrán, subproducto incongruente e imprevisible del gas, prácticamente descuidado en el principio, y que luego se lo halló como fuente de productos químicos, tinturas y remedios de gran valor.
Dion Fortune . La Cabala Mistica .