El hombre nuevo, que sabe que el mundo no puede conocerlo, lejos de mostrarse al

mundo después de la resurrección, sólo se manifestará en principio a los dos precursores que lo han asistido en su glorificación. No dejarán de unirse a su obra, durante su resurrección y después de ella, para instruir al alma simple y amorosa que estará consternada, esperando su venida, y que, aterrorizada, tendrá los ojos bajos mirando al suelo, «porque estos dos precursores se le aparecerán de repente, con vestiduras brillantes». Estos precursores dirán a este amigo: «¿Por qué buscáis entre los muertos a quien está vivo? No está aquí, sino que ha resucitado. Recordad cómo hablaba cuando todavía estaba en Galilea y decía: es preciso que el hijo del hombre sea entregado a las manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día».

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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