Había gente que afirmaba haber visto el espíritu de Diógenes andando majestuosamente otra vez por
las calles de muchas ciudades del mundo. Primero se divisó al docto griego en París. Algunas personas se acercaron al filósofo portador de la lámpara: «Diógenes, ¿qué estás haciendo en París?» Diógenes soltó una carcajada, estaba contentísimo, y dijo: «Messieurs, estoy buscando la verdad.» Había alegría, había danza, había esperanza en sus ojos. Y luego se oyó que le habían visto en Londres. Algunos bobbies le encontraron de nuevo con su lámpara: «Diógenes, ¿qué estás haciendo en Londres?» Ya no estaba tan alegre. Trató de sonreír, pero solo pudo hacerlo con esfuerzo. Dijo: «Gentlemen, estoy buscando la verdad.» La esperanza había desaparecido de sus ojos, se estaba asentando la tristeza. Y luego le vieron en Nueva York. La esperanza había desaparecido por completo; estaba absolutamente triste, pero aún así repitió, casi de forma mecánica, como un loro: «Estoy buscando la verdad.» Y luego, inevitablemente, se dijo que le habían visto en Nueva Delhi. Un político gandhiano, ataviado con un inmaculado khadi blanco, se le acercó y preguntó: «Diógenes, ¿qué estás haciendo en Nueva Delhi?» Y estaba muy enfadado, casi furibundo, y dijo: «Netaji, ¡estoy buscando mi lámpara!».
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .