Basta abrir cualquier tratado de astrología y comparar la Fábula de las doce mansiones con
los modernos descubrimientos astronómicos respecto a la constitución de los planetas, para advertir que los antiguos la conocían perfectamente sin necesidad del espectroscopio, pues las simbólicas representaciones de los dioses del Olimpo y los doce signos del Zodíaco con sus especiales cualidades, nos indican hasta cierto punto las proporciones de calor y luz recibidas del sol por cada planeta. Las diosas que simbolizan la tierra son idénticas en naturaleza física a los demás dioses y diosas, dando a entender con ello que aquellos astrónomos que día y noche velaban en la cúspide de la torre de Belo, comunicándose continuamente con las divinidades personificadas, habían echado de ver la unidad física del universo y la analogía química entre la tierra y los demás planetas. La astrología representa al sol en Aries (Júpiter) como signo masculino, diurno, cardinal, equinoccial, oriental, cálido y seco, en pñerfecta correspondencia con el caráctrer atribuido al “Padre de los dioses”.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .