En el mundo astral nadie puede ser hipócrita ni disimular sus malos pensamientos bajo el
velo de apariencia virtuosas. Todo lo que es un hombre, se ofrece en su forma y en su aspecto exterior, irradiando belleza cuando su pensamiento es noble, y infundiendo fealdad cuando es vil. Se comprenderá, pues fácilmente, cómo los Maestros, tales como Buddha, con la visión infalible de aquellos a quienes todos los mundos están abiertos, pudieron describir lo que veían en esos infiernos con un lenguaje de terrible realismo, que parece increíble a los lectores de hoy, porque olvidan que las almas, una vez libertadas de la materia grosera y poco plática del mundo físico, se aparecen bajo la forma que les corresponde, teniendo exactamente el aspecto de lo que son en verdad. En este mismo mundo de aquí abajo, un facineroso envilecido tiene por lo general aspecto repugnante.
Annie Besant . La sabiduría antigua .