Entonces puede uno regocijarse con ese manto que es eterno, siempre radiante, inmutable, que lo

separa de la rueda de causa y efecto, haciendo de él un ser únicamente de causa. Esa causa es la radiación del Amor Divino siempre emanando y evolucionando de su consciente, equilibrado, esta- bilizado, radiante centro divino, o sea, el corazón de la Presencia «YO SOY», que es juventud y belleza eterna, la toda sapiente Presencia que contiene en su autoconsciente: acción, el pasado, el presente, el futuro, que después de todo no son sino el eterno ahora. Así, tal es la eterna eliminación de todo tiempo y espacio. Entonces encontrarás tu mundo poblado de seres perfectos; tus edificios decorados con joyas selectas; tú de pie en el centro de tu creación («la joya en el corazón del loto») siendo sus pétalos las grandes avenidas de su actividad perfecta.

Saint Germain . El Libro de Oro de Saint Germain .

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