Lo primero que debe hacer el hombre es desechar la idea de que obra él

de por sí, pues todas las acciones tienen por esfera las "tres cualidades naturales" y no en modo alguno el alma. Reconocido esto, ha de ejecutar con devoción todas sus acciones; esto es, sacrificarlas en aras del Supremo y no de su persona. Ha de ofrecer el sacrificio a sí mismo o sea a su Yo superior, que equivale a sacrificarlas a Ishvara. Todos sus actos y aspiraciones han de estar consagrados así mismo o al Todo. Aquí interviene la importancia del motivo. Porque si ejecuta valerosas hazañas o benéficas acciones o adquiere conocimientos para auxiliar a la humanidad, ya ello le mueve el único deseo de lograr la salvación, obrará en tales casos por su propio beneficio, y, en consecuencia, se ofrecerá sacrificios, a sí mismo. Así es que ha de consagrarse internamente al Todo, reconociendo que él no es el actor sino tan sólo el testigo presencial de la acción.

H.P. Blavatsky . Ocultismo Practico .

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