Efectivamente, la alquimia china se constituye, en tanto que disciplina autónoma, empleando: 1.°, los principios

cosmológicos tradicionales; 2°, los mitos relacionados con el elixir de la inmortalidad y los Santos Inmortales; 3.°, las técnicas que perseguían al mismo tiempo la prolongación de la vida, la beatitud y la espontaneidad espiritual4. Estos tres elementos —principios, mitos y técnicas— pertenecían a la herencia cultural de la protohistoria y sería un error creer que la fecha de los primeros documentos que la atestiguan nos indican igualmente su edad. Es evidente la solidaridad entre la «preparación del oro», la obtención de la «droga de la inmortalidad» y la «evocación» de los Inmortales; Luán Tai se presenta ante el emperador Wu y le asegura que él puede operar estos tres milagros, pero sólo consigue «materializar» a los Inmortales5. El mago Li-Chao-kiun recomienda al emperador Wu-Ti, de la dinastía Han: «Sacrificad el horno (tsao) y habréis hecho que vengan seres (sobrenaturales); cuando hayáis hecho venir a los seres (sobrenaturales), el polvo de cinabrio podrá ser transformado en oro amarillo; cuando se haya producido el oro amarillo podréis hacer con él utensilios para beber y comer, y así tendréis una longevidad prolongada. Cuando vuestra longevidad sea prolongada podréis ver a los bienaventurados (hsien) de la isla P'ong-lai, que está en medio de los mares. Cuando los hayáis visto y hayáis hecho los sacrificios fong y chan, entonces no moriréis» (Sse-ma Ts'ien, vol. III, p. 465). Otro personaje célebre, Liu Hsiang (79-8 antes de J. C), pretendía poder «hacer oro», pero fracasó (textos en Dubs, p. 74). Algunos siglos después, el célebre alquimista chino Pao Pu'tzu (seudónimo de Ko Hung, 254-334) trata de explicar el fracaso de Liu Hsiang diciendo que no poseía la «verdadera medicina» (la «Piedra filosofal»), que no estaba preparado espiritualmente (pues el alquimista debía ayunar cien días, purificarse con perfumes, etc.).1 No se puede llevar a cabo la transmutación en un palacio —añade Pao Pu'tzu—; hay que vivir en la soledad, separado de los profanos. Los libros son insuficientes; lo que se halla en los libros no sirve más que para los principiantes; el resto es secreto y se transmite únicamente por vía oral, etc. 6. La búsqueda del elixir estaba, pues, vinculada a la búsqueda de islas lejanas y misteriosas donde vivían «los inmortales»; hallar a «los inmortales» era rebasar la condición humana y participar de una existencia atemporal y beatífica. La búsqueda de los Inmortales de las islas lejanas ocupó a los primeros emperadores de la dinastía Tsin (219 a. de J. C; Sse-Ma-Ts'ien, Memorias, II, 143, 152; III, 457) y al emperador Wu de la dinastía Han (en 110 a. de J. C; ibíd., III, 499; Dubs, p. 66).

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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