¿Cuál es la diferencia entre la percepción alerta y la sensibilidad? Dudo de que haya

diferencia alguna. ¿Sabe?, cuándo usted formula una pregunta, lo que importa es que descubra por sí mismo la verdad al respecto, y no que acepte meramente lo que diga algún otro. Averigüemos, pues, juntos, qué es la percepción alerta. Vemos un hermoso árbol con sus hojas relucientes después de la lluvia; vemos la luz del sol que brilla sobre el agua y sobre las plumas grisáceas de los pájaros; vemos a los aldeanos dirigiéndose con sus pesadas cargas a la ciudad y escuchamos sus risas; oímos el ladrido de un perro, o el llamado de un ternero a su madre. Todo esto es parte de la percepción, la percepción de lo que nos rodea, ¿no es así? Acercándonos un poco más, advertimos nuestra relación con la gente, con las ideas y las cosas, percibimos cómo miramos la casa, el camino; observamos nuestras reacciones a lo que la gente nos dice, y vemos cómo nuestra mente está siempre evaluando, juzgando, comparando o condenando. Todo esto forma parte de la percepción, que comienza en la superficie y después penetra más y más en lo profundo; pero, para la mayoría de nosotros, la percepción se detiene en cierto punto. Nos percatamos de los ruidos, de los cantos, de los espectáculos feos o hermosos, pero no nos percatamos de nuestras reacciones a ellos. Decimos: “Eso es hermoso” o, “Eso es feo”, y seguimos de largo; no investigamos qué es la belleza, qué es la fealdad. Ciertamente, ver cuáles son nuestras reacciones, estar más y más alertas a cada movimiento de nuestro propio pensar, observar que nuestra mente está condicionada por la influencia de nuestros padres, de nuestros maestros, de nuestra raza y cultura, todo eso forma parte de la percepción alerta, ¿no es así? Cuanto más se adentra la mente en lo profundo, en sus propios procesos de pensamiento, más claramente comprende que todas las formas del pensar están condicionadas; en consecuencia, la mente se aquieta de manera espontánea lo cual no quiere decir que se adormezca. Por el contrario, la mente se halla entonces extraordinariamente alerta, ya no está más drogada por los mantrams, por la repetición de palabras, ni está moldeada por la disciplina. Este estado de alerta silencioso también forma parte de la percepción, del darnos cuenta; y si penetramos en ello aun más profundamente, descubriremos que no hay división alguna entre la persona que percibe y el objeto que ella percibe. Ahora bien, ¿qué significa ser sensible? Darnos cuenta del color y la forma, de lo que la gente dice y de nuestra respuesta a ello; ser considerados, tener buen gusto, buenos modales; no ser rudos, no hacer daño a otros ni física ni internamente, pero sin ser conscientes de que obramos así; ver algo hermoso y demorarnos en ello; escuchar a título de ensayo y sin aburrirnos todo lo que se dice, de manera que la mente se vuelva sutil, aguda todo esto es sensibilidad, ¿no es cierto? ¿Hay, pues, mucha diferencia entre la sensibilidad y la percepción alerta? No creo que la haya. Vea, en tanto su mente esté condenando, juzgando, formándose opiniones, conclusiones, no es perceptiva ni sensible. Cuando usted es rudo con la gente, cuando arranca flores y las tira, cuando maltrata a los animales, cuando raspa los muebles para escribir en ellos su nombre, o rompe la pata de una silla, cuando no es puntual en las comidas y tiene en general malos modales, todo eso indica insensibilidad, ¿no es así? Indica que se tiene una mente incapaz de adaptarse a un estado de atención. Y, ciertamente, forma parte de la educación ayudar al estudiante a que sea sensible, de modo que no se amolde meramente ni resista, sino que esté atento a todo el movimiento de la vida. Las personas que son sensibles en la vida, pueden sufrir mucho más que las que son insensibles; pero si comprenden su sufrimiento y van más allá de éste, descubrirán cosas extraordinarias.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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