Además, esta emanación de vida llega a las formas en evolución, no de un modo
directo, sino por intermediarios. Cuando la raza ha alcanzado el punto en que es apta para recibir la mente, los grandes seres llamados Hijos de la Mente lanzan en los hombres la chispa monádica de Atma-Buddhi-Manas, necesaria para la formación del alma embrionaria. Y algunos de estos grandes seres encarnaron realmente en formas humanas, para servir de guías e instructores a la humanidad en su infancia. Estos Hijos de la Mente habían completado su propia evolución intelectual en otros mundos, y vinieron a este mundo más joven, nuestra tierra, con objeto de prestar auxilio a la evolución de la raza humana. Son, en realidad, los padres espirituales de nuestra raza.
Annie Besant . La sabiduría antigua .