Los que en la actualidad nos dirigen espiritualmente, no tienen idea de los métodos por
los cuales se logra de modo deliberado el estado de éxtasis, y tampoco se saben servir de éste cuando se produce espontáneamente. los oradores de ciertas sectas, por su magnetismo instintivo, logran producir algo parecido al éxtasis en un auditorio no preparado, y los menos recomendables de entre ellos son juzgados según su poder de embriagar de esa manera su público. Pero las consecuencias de esa embriaguez es la de toda ebriedad: cuando se ha esfumado y el orador lleva consigo a otras partes sus discursos, la vida parece sombría, sin contenido ni alegrías. Y al esfumarse así su ebriedad, el convertido piensa haber perdido a Dios; nadie parece darse cuenta de que el éxtasis es un relámpago de magnesio en la conciencia ordinaria que, si se prolongase, arruinaría el cerebro y el sistema nervioso. Sin embargo, aunque no deba perseguirse, cuando el éxtasis es verdadero, atravesamos el punto muerto de nuestra conciencia y despertamos a otra vida. La técnica del Árbol de la Vida da una definición muy exacta de sus experiencias especiales. Merced a ella, los que son expertos no toman el vuelo de su conciencia. superior por la voz de Dios. De la conciencia sensorial de Malkuth, pasando por el psiquismo astral de Yesod, ellos ascienden a la intuición sin imágenes, a la conciencia sutil de Tipharet, para descender de inmediato, suavemente, sabiendo lo que hacen. Ellos no confunden los planos y tampoco les permiten mezclarse, sino juzgan a todos desde el centro de una conciencia centralizada.
Dion Fortune . La Cabala Mistica .