El pensamiento es responsable del temor y también es responsable del placer. Cuando uno ha
disfrutado de una experiencia agradable, el pensamiento piensa en ella y desea perpetuarla; y cuando eso no es posible, hay resistencia, ira, desesperación y miedo. Por lo tanto, el pensamiento engendra el temor y el placer, ¿no es así? Esto no es una conclusión verbal, ni una fórmula para evadir el miedo. Ello quiere decir que donde hay placer hay dolor y miedo perpetuados por el pensamiento. El placer va junto al dolor. Los dos son indivisibles, y el pensamiento es responsable por ambos. Si no hubiera el mañana, ni el momento siguiente, sobre los cuales pensar en términos de temor o de placer, entonces ninguno de los dos existiría. ¿Seguimos adelante? ¿Es ello una realidad, no como una idea, sino como una cosa que uno mismo ha descubierto y que, por lo tanto, es real, de manera que uno pueda decir: “he descubierto que el pensamiento genera tanto el placer como el miedo”? Uno ha disfrutado del placer sexual y después piensa en él a través de imágenes, cuadros mentales, y el mismo pensar sobre el sexo fortalece ese placer que ahora existe en las imágenes del pensamiento, y cuando eso se frustra hay dolor, ansiedad, miedo, celos, mortificación, ira, brutalidad. Y con ello no queremos decir que uno no deba experimentar placer.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .