Esta Vida única manifestada es el Logos, el Dios manifiesto. De esta división primordial toma
nuestro Cosmos un carácter septenario, y de todas las divisiones siguientes, en su orden descendente, reproducen esta escala de siete claves. Bajo cada uno de los siete Logos secundarios se agrupa una séptuple Jerarquía descendente de Inteligencias que forman el cuerpo gobernante de su reino. Entre ellas están: los Lipikas, que son los cronistas del Karma del reino y de todas las entidades que contiene; los Maharajas o Devarajas, que presiden el cumplimiento de la ley Kármica; y el gran ejército de los Constructores, que modelan y ejecutan todas las formas según las ideas contenidas en el tesoro del Logos, en al Inteligencia Universal, y que de El se transmiten a los Siete, cada uno de los cuales traza el plan de su propio reino, bajo la dirección suprema de El y con el auxilio de las fuerzas de esa Vida omninspiradora, dándole al propio tiempo su propia coloración individual. H.P.Blavatsky llama a los Siete Reinos constitutivos del sistema solar, los siete centros de Laya. Y dice así: “Los Siete Centros de Laya son los siete puntos cero, empleando la palabra cero en el mismo sentido que los químicos para indicar el punto en que en esoterismo comienza la escala de diferenciación. Desde estos Centros –más allá de los cuales nos permite la filosofía esotérica percibir los vagos contornos metafísicos de los “Siete Hijos” de Vida y de Luz, los Siete Logos de los filósofos—comienza la diferenciación de los elementos que entran en la constitución de nuestro sistema solar” (La Doctrina Secreta, I, pág. 141, edición primera española.).
Annie Besant . La sabiduría antigua .