Todo sistema de desenvolvimiento espiritual aplicable en el Occidente, debe llenar ciertos requisitos bien definidos.
Para empezar, su técnica elemental tiene que ser tal, que pueda ser fácilmente comprendida por las mentalidades que no tienen absolutamente nada de místicas; en segundo lugar, las fuerzas que pongan en movimiento han de ser lo suficientemente poderosas como para estimular el desenvolvimiento de los aspectos superiores de la conciencia, concentrándolas como para que puedan penetrar en los vehículos comparativamente densos del occidental, que es completamente incapaz de percibir vibraciones sutiles. En tercer lugar, como son muy pocos los europeos, que debido al Dharma racial de desarrollo material, tienen la oportunidad o la inclinación a llevar una vida recluída, las fuerzas que se empleen deben ser manipuladas en tal forma (especialmente al principio del sendero) que puedan utilizarse en los breves períodos que el hombre o la mujer modernos tienen disponibles o que puedan substraerse a sus ocupaciones diarias. Se debe poseer una técnica que permita concentrar y dispersar rápidamente esas energías, porque es imposible mantener una alta tensión psíquica por algún tiempo en las duras condiciones en que se desenvuelve la vida de los que habitan las ciudades europeas. Regularmente, la experiencia demuestra que los sistemas de desenvolvimiento psíquico efectivos y satisfactorios para los reclusos, producen graves neurosis y colapsos en la persona que los sigue mientras soporta paralelamente el ajetreo de la vida moderna. ¡Tanto peor para la vida moderna!, podrían decir algunos utilizando este argumento como motivo para modificar los sistemas de vida occidentales. Nada más lejos de nosotros que suponer que nuestra civilización sea perfecta, o que la sabiduría haya nacido o muera con nosotros; pero sí es lógico suponer que si nuestro karma (destino) nos ha hecho nacer en un cuerpo de temperamento racial, es porque esa disciplina o sistema es la que los señores del Karma consideran más adecuada para nosotros en esta encarnación, y no adelantaremos nada en nuestra evolución tratando de evadirla. Hemos observado tantos intentos de dedicarse al desenvolvimiento espiritual, que no eran más que tentativas para eludir los problemas de la vida, que no podemos menos que considerar con sospecha todo sistema que implique una ruptura con el Alma Colectiva de la raza. Tampoco nos causa la menor impresión toda dedicación a la vida superior que se manifieste como peculiaridades o excentricidades en la manera de vestir, de conducirse o de cortarse o no cortarse los cabellos. La verdadera espiritualidad jamás se hace propaganda.
Dion Fortune . La Cabala Mistica .