Mientras que el sumo sacerdote no empleará contigo más que la voz de esos falsos

testimonios, tú guardarás silencio, no sólo porque te has ofrecido, sino también porque sabes que, al haber falsificado el hombre el testimonio que debía dar en otro tiempo a la Divinidad suprema, es una ley de justicia que sufra la ley del talión y sea objeto de los falsos testimonios. Pero, cuando el sumo sacerdote te ordene por el Dios vivo que le digas si tú eres el Cristo hijo de Dios, mostrarás tu respeto por este nombre inefable y le responderás que eres el ungido del señor para realizar tu regeneración particular, lo mismo que el reparador es el ungido del Señor para la regeneración universal. Incluso añadirás, para darle a conocer la tranquilidad que tienes en medio de tantas amenazas y tu esperanza en medio de tus tribulaciones, que un día verá al hijo del hombre sentado a la derecha de la majestad de Dios, que vendrá sobre las nubes del cielo.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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