La exteriorización física densa de este centro puede hallarse en las gónadas, los órganos humanos

de procreación considerándolos como una unidad básica, aunque temporariamente separada de la actual expresión dualista del ser humano. Debe recordarse que esta separación fomenta un poderoso impulso hacia la fusión y a esto lo denominamos sexo. En realidad el sexo es el instinto de unión: ante todo, la unión física. Es el innato (aunque mal entendido) principio de misticismo, nombre que aplicamos al anhelo de unión con lo divino. Sucede como con todo aquello que el hombre no desarrollada ha tocado; hemos pervertido y distorsionado una idea divina y prostituido un anhelo inmaterial por un deseo material. Hemos revertido la dirección de la energía sacra y a ello se debe el superdesarrollo de la naturaleza animal y las funciones de la humanidad común.

Alice A. Bailey . El Sexo .

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