A menos que la mente esté completamente quieta, no puede penetrar en ningún otro campo;

ella introducirá su propio movimiento en lo otro (si es que existe “lo otro”, porque estoy dudando de “lo otro” todo el tiempo debido a que no quiero quedar atrapado en ninguna ilusión, lo cual es muy fácil, muy barato y vulgar). Estoy planteando este problema para que lo resuelvan ustedes, para que ejerciten su capacidad, su cerebro, a fin de descubrir si nuestra mente puede estar absolutamente quieta, lo cual implica la cesación del tiempo, la cesación del pensamiento sin ninguna clase de esfuerzo, de control o represión. ¿Está quieta alguna vez la mente de ustedes? No soñando despierta, no en blanco, sino quieta, atenta, perceptiva. ¿Han experimentado eso ocasionalmente? Para ver cualquier cosa, para escuchar algo, la mente tiene que estar quieta, ¿no es así? El interés mismo que ustedes tienen en lo que se está diciendo, genera esta quietud de la mente que quiere escuchar. Estoy interesado en lo que se habla porque ello afecta mi vida, mi manera de vivir, y yo quiero prestar atención completa, no sólo a las palabras, al movimiento semántico del pensar, sino a lo que está detrás. Quiero descubrir exactamente lo que se dice, no interpretarlo, no traducirlo conforme a mi placer o a mi vanidad. Así, en la intensidad misma de mi escuchar lo que se está diciendo, debo tener una mente quieta. No sé si ustedes ven esto. No he obligado a mi mente a estar quieta; la atención misma del escuchar es la quietud. La atención misma que pongo en descubrir si la mente puede estar completamente quieta, es la quietud. Y este silencio de la mente es esencial; un silencio que no es producto del adiestramiento, porque en ese caso el silencio es ruido, carece de significación. Por lo tanto, la meditación no es una actividad controlada o dirigida; es una actividad de “no pensamiento”. Entonces descubrirán ustedes por sí mismos si existe o no existe algo innominable, algo que no está dentro del campo del tiempo. Sin descubrir eso, sin dar con eso, sin ver la verdad de ello o su falsedad, la vida se vuelve una cosa superficial y vacía. Podemos tener un orden perfecto dentro de nosotros mismos, podemos estar libres de conflicto porque nos hemos vuelto muy alertas, muy observadores, pero todo esto llega a ser algo completamente superficial sin lo otro. De modo que la meditación, la contemplación (no en el sentido cristiano o en el asiático), significa que el pensamiento opera únicamente en el campo de lo conocido y que se da cuenta por sí mismo de que no puede penetrar en ningún otro campo. Por lo tanto, la terminación del pensamiento implica la terminación del tiempo.

Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .

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