La forma del cuerpo es menos vaga y ondulante que en el caso anterior; es

clara, precisa, y reproduce la imagen de su poseedor. Este cuerpo astral está evidentemente en camino de ser un vehículo práctico para uso del hombre interior, vehículo límpido y establemente organizado, apto al mismo tiempo para funcionar, prestar servicio y mantenerse independientemente del cuerpo físico. No obstante su gran plasticidad, tiene forma determinada, a la que vuelve invariablemente así cesa el esfuerzo que ha modificado su aspecto. Su actividad es constante y está en vibración perpetua, revistiendo tonos cambiantes que varían al infinito.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

Índice