Importa comprender bien la «novedad» representada por la idea de que la creación se efectúa

mediante una inmolación o autoinmolación. Las mitologías anteriores conocían sobre todo el tipo de creación ex nihilo o partiendo de una sustancia formada por el dios. La promoción del sacrificio sangriento en cuanto condición de toda creación —tanto cosmogónica como antropogónica— refuerza por una parte las homologaciones entre el hombre y el cosmos (porque también el universo deriva de un Gigante primordial, un Macrantropos); pero sobre todo introduce la idea de que la vida sólo puede engendrarse partiendo de otra vida que se inmola. Este tipo de cosmogonías y antropogonías tendrá luego consecuencias considerables: se llegará a no poder concebir «creación» ni «fabricación» posibles sin un previo sacrificio. Así podemos referirnos, por ejemplo, a los ritos de la construcción, por medio de los cuales se transfiere la vida o el «alma» de la víctima al propio edificio; éste se convierte de hecho en el nuevo cuerpo, el cuerpo arquitectónico, de la víctima sacrificada8.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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