Yo deseo hacer trabajo social, pero no sé por dónde empezar. Pienso que es muy
importante descubrir no cómo empezar, sino por qué quiere usted hacer trabajo social. ¿Por qué quiere hacerlo? ¿Es porque ve usted la desdicha que hay en el mundo hambre, enfermedad, explotación, brutal indiferencia de la parte muy rica de la sociedad hacia la que padece una pobreza espantosa, enemistad entre hombre y hombre-, es ésa la razón? ¿Quiere hacer trabajo social porque en su corazón hay amor y, por lo tanto, no se interesa usted en su propia realización personal? ¿O el trabajo social es una forma de escapar de usted mismo? ¿Comprende? Usted ve, por ejemplo, toda la fealdad que implica el matrimonio ortodoxo, de modo que dice: “Jamás me casaré” y en vez de eso se lanza al trabajo social, o tal vez sus padres lo han instado a ello, o tiene usted un ideal. Si es un medio de escape, o si está usted persiguiendo meramente un ideal establecido por la sociedad, por un líder o un sacerdote, o por usted mismo, entonces cualquier trabajo social que pueda hacer sólo creará más infortunio. Pero si en su corazón hay amor, si está usted buscando la verdad y, en consecuencia, es una persona genuinamente religiosa, si ya no es más ambicioso, si ya no persigue el éxito y su virtud no conduce a la respetabilidad, entonces la vida misma que usted lleva ayudará a producir una transformación total de la sociedad. Pienso que es fundamental comprender esto. Cuando somos jóvenes como lo es la mayoría de ustedes- queremos hacer algo, y el trabajo social está en el ambiente. Los libros hablan de él, los diarios hacen su propaganda, hay escuelas donde se adiestra a trabajadores sociales, etcétera. Pero vea, sin el conocimiento propio, sin comprenderse uno a sí mismo y a sus relaciones, cualquier trabajo social que haga le dejará gusto a cenizas en la boca. El hombre feliz, no el idealista o el desdichado que escapa, es el revolucionario; y el hombre feliz no es aquel que tiene muchas posesiones. El hombre feliz es el hombre verdaderamente religioso, y su vivir mismo es trabajo social. Pero si usted se convierte meramente en uno de los innumerables trabajadores sociales, su corazón estará vacío. Podrá regalar su dinero, o persuadir a otros para que hagan lo mismo con el de ellos, podrá producir reformas maravillosas; pero en tanto su corazón esté vacío y su mente llena de teorías, su vida será opaca, tediosa y carente de alegría. Por lo tanto, primero compréndase a sí mismo, y gracias a ese conocimiento propio llegará la correcta clase de acción.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .