De vez en cuando se hallan en los textos alquímicos afirmaciones de esta naturaleza: «no

expondré más procesos que los que he podido verificar por mi propia experiencia» !6. Hay fundamento para preguntarse si las experiencias en cuestión se refieren a operaciones puramente químicas o si se trata igualmente de experiencias tántrico-alquímicas. Porque toda una tradición ascética y mística de la India afirma su carácter experimental; frente a lo que podríamos llamar el camino metafísico y abstracto, la importante corriente espiritual que comprende el Yoga, el tantrismo y, sobre todo, las escuelas hathayóguicas, concede un valor considerable a la «experiencia»; el yogui obtiene resultados concretos que poco a poco le llevan al umbral de la liberación, «operando», «obrando», sobre los diversos planos. Una parte importante de la élite espiritual india se ha orientado desde la más alta antigüedad hacia la «experimentación», entendiendo por ello el conocimiento directo experimental de iodo cuanto constituye los fundamentos y procesos del cuerpo humano y de la vida psico-mental. Acaso sea necesario recordar los considerables resultados obtenidos por los yoguis en cuanto concierne al control del sistema vegetativo y al dominio del flujo psico-mental. Ahora bien: según hemos visto, la alquimia está enmarcada en esta tradición experimental panindia. Resulta de ello que el alquimista que proclama la importancia de la «experiencia» no prueba por ello poseer un «espíritu» científico en el sentido moderno del vocablo: en realidad solamente hace gala de una gran tradición india por oposición a las demás, particularmente a la tradición escolástica o a la especulativa. No cabe duda alguna en cuanto a la realidad de las operaciones alquímicas; no se trata de especulaciones, sino de experiencias concretas, efectuadas en laboratorios, con las diversas sustancias minerales y vegetales. Pero para poder comprender la naturaleza de estas experiencias no sólo hay que tener en cuenta el fin y el comportamiento del alquimista, sino también lo que las «sustancias» podían ser a ojos de los indios: no eran inertes, sino que representaban estados de la inagotable manifestación de la Materia primordial (prakrti). Ya lo hemos dicho antes: las plantas, las piedras y los metales, lo mismo que los cuerpos de los hombres, su biología y su vida psico-mental, no eran sino momentos diversos de un mismo proceso cósmico. Era por tanto posible pasar de un estado a otro, transmutar una forma en otra.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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