Recuerda, pues, que todo lo que estaba consagrado por el anatema debía estar sometido a

una destrucción total (Levítico 27). Recuerda el ejemplo funesto que ofreció el pueblo hebreo de la justicia divina, por haber desobedecido la ley en la toma de Jericó (Josué 7). Recuerda que, como Achan quiso, a pesar de la prohibición de Josué, reservar algunos efectos condenados en el anatema, el pueblo fue vencido por los habitantes de Haí, y no pudo alcanzar la victoria más que después de que el prevaricador hubiese sufrido su suplicio.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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