Si consideramos ahora un globo solo, veremos que durante cada período de actividad, evolucionan en

él siete razas –raíces de una humanidad, al mismo tiempo que seis reinos no humanos, en mutua dependencia unos de otros. Estos siete reinos comprenden las normas en todos los grados de la evolución, y ante todos ellos se extiende la perspectiva de un desenvolvimiento superior. Así, cuando el período de actividad del primer globo llega a su fin, las formas evolutivas pasan al globo siguiente para continuar su desarrollo. Yendo, pues, de globo en globo hasta que termina la ronda, y siguen su curso de ronda en ronda hasta el término de los siete manvántaras. Continúan, empero, ascendiendo de manvántara en manvántara hasta el fin de las reencarnaciones de la cadena planetaria, cuando ya los resultados de la evolución planetaria están definitivamente reunidos por el Logos planetario. Es inútil decir que no sabemos casi nada de semejante evolución. Los Maestros nos han indicado tan sólo los puntos más salientes de este prodigioso conjunto.

Annie Besant . La sabiduría antigua .

Índice