Después de esto, ya no haría falta basarse con cierto cuidado en estas dife- rencias

para captar su verdadero carácter y para clasificar al hombre en su verdadero rango, comparándolo con una línea recta, al lado de la cual se pue- den describir y se describen diariamente infinidad de curvas, pero cuya recti- tud exclusiva no puede confundirse, sin una ceguera grosera, con esas curvas que jamás sabrían parecerse a ella, o, si se quiere, comparándolo con la dura- ción imparable que conserva silenciosamente su imperturbable existencia en medio de todas las revoluciones de los seres.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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