Si se abandona y hace caso de ellas, entonces se hace responsable de la perturbación

de su mente; nadie ha hecho ni puede hacer nada que pueda perjudicarle. Si se siente ofendido o perjudicado, sólo debe culparse a sí mismo. Si permite a su cuerpo mental o a su cuerpo astral agitarse bajo la acción de las palabras de su prójimo, es que no ejerce todavía dominio perfecto sobre sus vehículos, es que todavía no ha desarrollado el buen sentido, gracias al cual podrá considerar con los ojos de su alma el poco valor de todas estas cosas y continuar su camino trabajando con atención y sin hacer ningún caso al ridículo o la malevolencia. Pero este punto de vista sólo nos enseña un lado de la cuestión y casi el menos importante.

C. W. Leadbeater . El Pensamiento su Poder Y Su Empleo .

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