Hay un relato zen, muy absurdo, como son todos los relatos de la filosofía zen.
Pero deben ser absurdos porque la vida misma lo es; retratan la vida tal como es. Un maestro zen solía preguntarles a sus discípulos: -Hace un tiempo puse un ganso en una botella. Ahora, el ganso creció y el cuello de la botella es demasiado angosto para que el ganso salga por allí. La botella es muy linda y no quiero romperla; así que ahora se produce un dilema. Si no se le permite salir al ganso, éste morirá. Puedo romper la botella y dejarlo salir, pero no quiero romperla: es muy linda. Tampoco quiero matar al ganso. ¿Qué harías? ¡Éste es el problema! El ganso está en la cabeza y el cuello es demasiado angosto. Puedes romper la cabeza, pero es linda. O puedes de-jar morir al ganso; pero tampoco esto se puede permitir, porque tú eres el ganso. El viejo maestro zen siguió preguntándoles a sus discípulos, agotándolos y diciéndoles que encontraran una forma... ¡pues no había tiempo! Y sólo una vez permitió una respuesta. Dijo un discípulo: -¡El ganso está fuera! Intentaron dar muchas respuestas, pero el maestro siempre golpeaba a la persona y decía que no. Alguien sugería hacer algo con la botella y nuevamente el maestro decía: -Se romperá la botella, o algo saldrá mal. Eso no se puede permitir. O alguien decía: -Deja morir al ganso si la botella es tan linda. Éstas eran las dos únicas formas; no había otra manera. Y el maestro no daba ninguna pista más. Pero, ante este discípulo, el maestro hizo una reverencia, tocó sus pies y dijo: -Tienes razón: ¡el ganso está fuera! Nunca estuvo dentro. ¡Tú estás fuera! ¡Nunca has estado dentro! La sensación de estar dentro es sólo una concepción falsa. Así que no existe el problema real de cómo sacarte de la cabeza. Simplemente observa. Cuando lo haces, ¿qué sucede? Sólo cierra los ojos y observa los pensamientos. ¿Qué sucede? Los pensamientos están allí dentro, pero tú no. El observador siempre está más allá; el observador siempre está de pie sobre la colina. Todo se mueve a su alrededor y el observador se encuentra más allá. El observador nunca puede estar en el interior, nunca puede estar del lado de adentro: siempre está fuera. Observar implica estar fuera. Puedes llamarlo ser testigo, tomar conciencia, autoconocimiento, o como quieras llamarlo, pero el secreto es ¡observa! Siempre que sientas que la cabeza está demasiado presente, sólo siéntate debajo de un árbol y observa, no trates de salir. ¿Quién va a salir? Si nunca hubo nadie dentro. Todo el esfuerzo resulta vano pues, si nunca has estado dentro, ¿cómo podrías salir? Puedes seguir tratando y tratando e involucrándote en ello; así puedes volverte loco, pero nunca saldrás. No hay necesidad de salir porque nunca estuviste dentro. El ganso está fuera; ¡ya está fuera! Observa: Y, cuando lo haces, tienes que recordar no juzgar mientras observas. Si emites un juicio, se pierde la observación. Mientras mires, no evalúes. Si evalúas, se pierde la observación. Mientras observes, no hagas comentarios. Si haces comentarios, se te escapará lo importante. Cuando observes, simplemente observa... un río que corre, el fluir de la conciencia que circula, pensamientos atomizados flotando como burbujas, y tú sentado a la orilla, contemplando. El río sigue y sigue y sigue. Tú no afirmas que está bien ni que está mal; tampoco dices si esto debería o no haber sido así. No afirmas nada; sólo observas. No se te pide que hagas co-mentarios. No eres un juez, sino sólo un observador. Entonces, fíjate qué sucede. Mirando el río, de repente estarás más allá... y el ganso estará fuera. Una vez que lo sabes, una vez que estás fuera, puedes quedarte fuera. Y luego puedes andar por la tierra sin cabeza. A todo el mundo le interesa cortarles la cabeza a los demás: eso no sirve. Ya se ha hecho demasiado. Córtate la tuya. Estar descabezado implica un estado de profunda meditación.
Osho . El Dios de todos .