... Tengo que descubrir por qué el deseo tiene tal fuerza en mi vida. Puede
que eso esté bien o que no esté bien. Tengo que averiguarlo. El deseo surge, lo cual es una reacción, una reacción sana, normal; de lo contrario, estaría muerto. Veo algo hermoso y digo: «Por Dios, deseo eso». Si así no fuera, estaría muerto. Pero en la constante persecución de ello hay dolor. Ese es mi problema: al igual que placer, hay dolor. Veo una bella mujer; es bella, sería absurdo decir: «No, no es bella». Se trata de un hecho. Pero ¿qué es lo que da continuidad al placer? Obviamente, es el pensamiento, el pensar al respecto [...]. Pienso en ello. Ya no es la relación directa con determinado objeto, la cual es deseo, sino que ahora el pensamiento aumenta ese deseo pensando en el objeto, creando imágenes, representaciones, ideas [...]. Interviene el pensamiento y dice: «Por favor, debes poseerlo; eso es desarrollo; eso es importante; eso no es importante; esto es esencial para tu vida; esto no es esencial para tu vida». Pero puedo mirar eso, tener un deseo, y ahí termina todo, sin que interfiera el pensamiento.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .