El capítulo XIX del Libro II de Mundus Subterraneus presenta lo que denominamos una síntesis
teológica organicista del mundo. El mismo título no deja lugar a dudas: "Capítulo XIX: Sobre la constitución interior del Geocosmos, de sus oficinas y analogía con los miembros del cuerpo humano". En una época en la que las ideas mecanicistas de Descartes eran seguidas por muchos filósofos de la vida [MOSCOSO, 2000], Kircher se inclina abiertamente por una filosofía organicista. Estos fragmentos son significativos: "La divina sabiduría edificó esta mansión, destinada al género humano y dotada abundantemente de todas las cosas necesarias a la vida humana, de modo que, así como fue dotada de una innumerable variedad de cosas en su superficie externa, así también instituyó su economía interna de modo tal que si faltasen en ella los órganos interiores no podrían tampoco funcionar los exteriores. Y del mismo modo que en el Microcosmos, es decir, el cuerpo exterior del hombre, puso una gran variedad de miembros, pero todos unidos por una gran concatenación interior. Fíjate en sus miembros principales: el corazón, el hígado, los pulmones, el estómago, el cerebro, los riñones y el intestino, como otras tantas oficinas en las que los cuatro humores, distribuidos de diversos modos, se ayudan mutuamente a través de los innumerables canales que forman los conductos de las venas y las fibras de los músculos y cartílagos, porque de otro modo, si fallase un miembro, se destruiría el conjunto. Fíjate cómo el estómago digiere el alimento tomado de fuera y lo convierte en bolo alimenticio y lo conduce al hígado, (que es la oficina de la sangre, para allí ser ulteriormente elaborado e imbuido de los espíritus de vida) y a la fragua del corazón (desde donde, en perfecta pericíclosis, es decir, en circulación por sístole y diástole, se difunde por las venas llevando a todas partes los espíritus y movimientos vitales con los que se llenan los músculos y cartílagos). Fíjate cómo el riñón elimina el suero sobrante y el intestino recoge los excrementos y estas heces crasas y excrementicias las elimina a través de sus sinuosos volúmenes (...). Ya hemos visto, en la medida que basta para nuestro propósito, los oficios que desempeña cada miembro; veamos ahora lo que la mente de Dios constituyó para el Geocosmos siguiendo casi enteramente la misma analogía". (A. KIRCHER, Mundus Subterraneus, 1665, Libro II, capitulo XIX). [SIERRA, 1981:64-65]. Este texto de Kircher es particularmente interesante por cuanto resume los conocimientos de su tiempo en el campo de la anatomía y fisiología humanas comparada con el Macrocosmos de la Tierra. En el siglo XVII, son muchos los médicos que debaten sobre temas fisiológicos. Pero el autor indiscutible es William Harvey del que se ha hablado más arriba. Sin embargo, la idea de la circulación de la sangre ya estaba en el español Miguel Servet (1511-1553). Por razones religiosas pensaba que la sangre es la parte del cuerpo con la cual más directamente se comunica Dios con la naturaleza humana. Esto le llevó a escribir su obra Christianismi Restitutio (1553) en la que describe (contra Galeno) la circulación pulmonar o menor.
Athanasius Kircher . El Geocosmos .