No te concedas descanso mientras no se haya reconstruido en ti esta ciudad santa, tal
como debería haber permanecido siempre, si el crimen no la hubiese derribado, y recuerda todos los días de tu vida que el santuario invisible en el que nuestro Dios se complace en ser honrado, el culto, las iluminaciones, los inciensos de los que la naturaleza y los templos exteriores nos ofrecen imágenes instructivas y beneficiosas y, finalmente, todas las maravillas de la Jerusalén celeste, pueden volver a encontrarse también hoy día en el corazón del hombre nuevo, ya que han existido en él desde el origen.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .