En la esfera de la moral se denomina generalmente conciencia a la voluntad, y está
sujeta a las mismas dificultades que en los demás campos de su actividad. Mientras las acciones recaen sobre asuntos muchas veces repetidos, y cuyas consecuencias son tan familiares a la razón como al Pensador mismo, la conciencia se expresa con prontitud y firmeza. Pero cuando se presentan problemas nuevos, sobre cuya solución guarda silencio la experiencia, no puede la conciencia expresares con certeza; su respuesta será vacilante, porque solo podrá deducir consecuencias dudosas, y el Pensador es incapaz de expresarse, porque su experiencia nunca se aplicó a las circunstancias que por primera vez se le ofrecen. De aquí que la conciencia resuelva a menudo erróneamente; esto es, que la voluntad, falta de dirección segura, ya por parte de la razón, ya de la intuición, guíe las acciones por mal camino. Y no podemos omitir las influencias externas que afectan a la mente: formas de pensamientos de los demás, ya sean amigos, individuos de la familia o conciudadanos. Todos estos rodean y compenetran la mente con su propia atmósfera, falseando el aspecto de todas las cosas, desfigurando sus verdaderas proporciones. Así influida la razón, se ve privada con frecuencia del reposo necesario para juzgar ni aun conforme a los dados de su experiencia propia, y acaba por deducir conclusiones falsas, engañada por el instrumento falaz de que se ha servido para el estudio de asunto.
Annie Besant . La sabiduría antigua .