Ayer salí solo de paseo con deseos de recobrar mi peculiar jubilosidad que por un
momento había perdido. Me esforcé inútilmente en llegar a cierta altura emocional y mental, pues no bastaron para ello mis esfuerzos. Anhelé entonces alcanzar a mi Gurú, a mi Amador, a mi Genio, a mi fuente de Felicidad, y como anteriormente en la India, le vi; pero no cuando yo me esforzaba en verle, sino cuando ya sosegado había en mi interior un manantial de felicidad, le vi que llenaba el firmamento y las briznas de hierba; le vi en la altura toda del árbol; le vi en el guijarro; le vi por doquiera; le vi en mí mismo. Y así se llenó mi templo y estuvo completo mi Santo de los Santos. Yo era Él, y Él era yo, y esta era la Verdad para mí.
Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .