Mientras haya ese impulso, ¿qué valor tiene si soy torpe en mí mismo o por
comparación? Vamos a investigarlo. Siga conmigo por unos pocos minutos, por favor, sin aceptar ni rechazar, sino observándose usted mismo. Dijimos al comienzo del diálogo de esta mañana que la revolución tiene que realizarse en la misma raíz de nuestro ser, y que puede tener efecto únicamente cuando sabemos observar lo que somos. La observación depende de la agudeza, claridad y sensibilidad de la mente que mira. Pero la mayoría de nosotros estamos embotados y decimos que no vemos nada cuando miramos; lo que vemos es ira, celos, etc., pero sin resultado alguno. Así que estamos interesados en la mente embotada, y no en lo que ella mira. Esta mente embotada dice: “debo ser inteligente para poder mirar”. De manera que tiene un patrón de lo que es la inteligencia y está tratando de ajustarse a él. Alguien le expresa: “la comparación siempre traerá embotamiento”. Entonces ella dice: “debo tener tremendo cuidado con eso, no compararé. Únicamente por la comparación supe lo que es el embotamiento. Si no comparo, ¿cómo voy a saber que estoy embotada?” De modo que me digo: No lo llamaré embotamiento. No haré uso alguno de esta palabra. Tan sólo observaré “lo que es” y no lo llamaré “embotamiento”, porque tan pronto lo llamo así, al darle ese nombre, lo he embotado. Pero si no le doy nombre y sólo observo, he eliminado la comparación, he descartado la palabra “embotado”, y queda únicamente “lo que es” ¿Es eso difícil? Obsérvelo usted mismo, por favor. ¡Observe lo que ha ocurrido ahora! Mire dónde está ahora la mente.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .