Las pasiones y los deseos no son producidos por el cuerpo, sino por el contrario,
el cuerpo viene a ser generado por las pasiones y los deseos. Son el deseo y la pasión los causantes de que hayamos nacido y los que nos harán nacer una y otra vez en algún cuerpo, en esta tierra o en algún otro globo 1. La pasión y el deseo nos inducen a evolucionar a través de las mansiones de la muerte, las que nosotros llamamos vidas sobre la tierra. Fue por el surgimiento del deseo en la inconocible causa primordial, la existencia una y absoluta, que se manifestó el conjunto completo de los mundos; y es a través del impulso del deseo en el mundo actualmente manifestado, que éste se mantiene en existencia. Este cuarto principio es el principio del equilibrio entre los siete y yace en mitad del conjunto; de él parten las sendas hacia arriba o hacia abajo. Es la base de la acción y la fuerza motriz de la voluntad. Como dijeran los antiguos Herméticos: "Tras de la voluntad, yace el deseo". Porque ya sea que deseemos hacer el bien o el mal, tenemos primero que despertar dentro de nosotros el deseo hacia uno de esos dos cursos de acción. El hombre de bien que llega al fin a convertirse en un sabio, tuvo que despertar, en algún momento y durante una de sus numerosas vidas, el deseo por la compañía de hombres santos y de mantener vivo su ardiente deseo de progreso a fin de continuar su marcha. Hasta un Buda o un Jesús tuvo primero que hacer un voto,que significa un deseo, en alguna vida, de que él salvaría al mundo o a una parte del mismo, y perseverar con ese deseo vivo en su corazón a través de encarnaciones innumerables. De igual manera, en el caso contrario, el mal hombre, durante vida tras vida tomó para sí deseos viles, egoístas, perversos, y de esta manera envileció este principio en vez de purificarlo. En lo que atañe al lado material y científico del ocultismo - el uso de los poderes ocultos internos de nuestra naturaleza - , si este principio del deseo no es suficientemente poderoso, el poder magistral de la imaginación no puede hacer su labor, porque, así haga un molde o matriz, la voluntad no puede actuar a menos que sea impulsada, dirigida y mantenida en un pináculo por el deseo.
William Judge . El Oceano de la Teosofia .