«Tratad, por el contrario, de superar a las vírgenes prudentes del evangelio y de prepararos,

con vuestros trabajos y vuestros esfuerzos, una cantidad de aceite suficiente para las vírgenes irresponsables, para que sean admitidas a las bodas del esposo con vosotros, pues ése es el fin último de la caridad, que es la misma que tiene el espíritu con vosotros, sin miedo a penetrar en todos los abismos de vuestra existencia para compartir su aceite con vosotros y restablecer así la perfección de este número de diez talentos que habíais alterado en principio y que la sabiduría suprema quiere con tanto ardor volver a ver brillando en su exactitud y en toda su virtud».

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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