Hacia la segunda puerta verdece también el camino. Pero es muy escabroso y va serpenteando
hacia arriba; sí, hasta la roqueña cúspide. Nieblas grises se cernerán sobre su áspera y peñascosa cima, y más allá todo quedará oscuro. Según va ascendiendo el peregrino, resuena más y más débil en su corazón el canto de esperanza. El estremecimiento de la duda amenaza apoderarse de él; su paso es menos firme.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .