Van Helmont, discípulo de Paracelso, repite en gran parte los conceptos de su maestro, aunque
expone más acabadamente las teorías del magnetismo y atribuye el magnale magnum o propiedad de mutuo afecto entre dos personas a la simpatía universal entre todas las cosas de la naturaleza. La causa produce el efecto, el efecto reacciona sobre la causa y ambos se influyen recíprocamente. A este propósito dice: “El magnetismo es una fuerza desconocida, de naturaleza celeste, sumamente semejante a la de los astros, que no está impedida por límite alguno de espacio o tiempo... Toda criatura tiene su peculiar potencia celeste y está íntimamente relacionada con el cielo. Esta mágica potencia del hombre permanece latente en el interior hasta que se actualiza en el exterior. Esta sabiduría y poder mágicos están dormidos, pero la sugestión los pone en actividad y se acrecientan a medida que se reprimen las tenebrosas pasiones de la carne... Esto lo consigue el arte cabalístico, que devuelve al alma aquella mágica y sin embargo natural energía y la despierta del sueño en que se hallaba sumida” (9).
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .