¿Qué ocurre realmente cuando vemos algo extraordinariamente hermoso como la montaña cubierta de nieve contra
el cielo azul? Por un segundo, la majestuosidad misma de esa montaña, su inmensidad, su perfil recortado contra el cielo, alejan todo tipo de interés propio. Seguramente han notado esto. ¿Han reparado en un niño con un juguete? Ha sido desobediente durante todo el día lo cual es bueno- y uno le da un juguete; entonces, durante la hora siguiente, hasta que lo rompe, permanece extraordinariamente tranquilo; el juguete ha absorbido su desobediencia, el juguete se ha apoderado de él. De manera similar, cuando vemos algo extraordinariamente bello, la belleza misma nos absorbe. O sea, que hay belleza cuando están ausentes los afanes del yo, cuando no existe el interés propio. ¿Comprenden eso? Ahora bien, sin que sean absorbidos o sacudidos por algo extraordinariamente bello como una montaña o un valle profundamente sombreado, sin que la montaña se apodere de ustedes, ¿pueden comprender la belleza, comprenderla sin el yo? Porque donde está el yo no hay belleza, donde está el interés propio no hay amor. Y el amor y la belleza van juntos, no se hallan separados. También debemos considerar juntos qué es la muerte. Ésta es la única cosa cierta que todos tenemos que afrontar. Ya seamos ricos o pobres, ignorantes o llenos de erudición, jóvenes o viejos, la muerte es segura para todos los seres humanos; todos vamos a morir. Y jamás hemos sido capaces de comprender la naturaleza de la muerte; siempre tenemos miedo de morir, ¿no es así? Para comprender la muerte, también debemos investigar qué es el vivir. ¿Estamos desperdiciando nuestra vida, disipando nuestras energías en múltiples formas, dispersándolas a través de las profesiones especializadas? Uno puede ser rico, puede tener toda clase de facultades, puede ser un especialista, un gran científico o un hombre de negocios; puede tener poder, posición, pero al final de la vida, ¿ha sido un desperdicio todo eso? Todo este afán, todo el dolor, toda la tremenda ansiedad, la inseguridad, las absurdas ilusiones que el hombre ha acumulado sus dioses, todos sus santos, etcétera-, ¿todo eso ha sido un desperdicio? Por favor, ésta es una pregunta muy seria que uno tiene que formularse. Otro no puede contestarla.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .