La relación basada en necesidades mutuas sólo trae conflicto. Por interdependientes que seamos, nos usamos

el uno al otro para un propósito, para una finalidad. Con una finalidad en perspectiva, la relación es inexistente. Usted puede usarme y yo puedo usarle. En esta utilización perdemos contacto. Una sociedad basada en la utilización mutua de sus miembros es el fundamento de la violencia. Cuando nos usamos el uno al otro, sólo tenemos la imagen del fin que deseamos obtener. El fin, el provecho, impide la relación, la comunión. En el uso que hacemos de otro, por satisfactorio y confortador que pueda ser, siempre hay miedo. Para evitar este miedo, tenemos que poseer. A causa de esta posesión, surgen la envidia, la suspicacia y el conflicto constante. Una relación así jamás puede ser fuente de felicidad Una sociedad cuya estructura se basa en las meras necesidades, ya sean fisiológicas o psicológicas, tiene que engendrar conflicto, confusión y desdicha. La sociedad es la proyección de uno mismo en su relación con otro, relación en la que la necesidad y el uso mutuo son predominantes. Cuando usted usa a otro para sus propias necesidades físicas o psicológicas, en realidad no hay relación en absoluto; usted no tiene un verdadero contacto, una comunión verdadera con la otra persona. ¿Cómo puedo tener una comunión con el otro, cuando el otro es utilizado como un mueble para mi propia conveniencia y comodidad? Así pues, es esencial comprender el significado de la relación en la vida cotidiana.

Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .

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