El deber va de la mano de la ley; la fatiga, de la mano del
deber; el desáni- mo, de la mano de la fatiga, y la miseria, de la mano del desánimo. En el orden mismo de los placeres legítimos de este bajo mundo y en todo lo que podemos llamar aquí dulzuras y bienestar del espíritu, ya no estamos seguros, mientras no sea la unidad misma la que nos dirige, nos domina y nos guía, pues el placer va de la mano de la felicidad; el error, de la mano del placer; el crimen, de la mano del error, y la muerte, de la mano del crimen.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .