Joshua Liebman, uno de los rabinos más conocidos de Estados Unidos, ha escrito un libro

titulado La paz de la mente. Yo le escribí una carta —el libro se vende muy bien— en la que le decía: «Me parece que no tiene ni idea de lo que es la mente. Ni siquiera sabe que hablar de la paz de la mente es una contradicción, y precisamente así se titula su libro. El título debería ser O la paz o la mente». Mi carta debió de horrorizarlo. Desde luego, no me contestó. Volví a escribirle. «No está nada bien esa cobardía en un rabino. Cambie el título o déme una explicación.» Ni ha cambiado el título ni me ha dado una explicación, y yo le pedía algo muy sencillo. Paz de la mente... No existe semejante cosa. O existe la paz y entonces no hay mente, o existe la mente y entonces no hay paz. El título de ese libro debería ser O la paz o la mente, pero el rabino no puede cambiarlo, porque sobre eso trata el libro, sobre la paz de la mente y cómo lograrla. Expone métodos y maneras para lograrla, y si cambiara el título, no encajaría con el libro. Comprende que le he puesto en una situación difícil: si cambia el título, no encajará con el libro. Tendrá que reescribirlo por completo, y no puede hacerlo porque no comprende que la mente es el origen de todas las tensiones, angustias y preocupaciones. No puede estar en paz; es imposible. En esto consiste la esencia de los experimentos realizados con la espiritualidad en Oriente desde hace milenios: o la paz o la mente. Tú eliges. La paz es un fenómeno muy normal, muy sencillo. Y tú lo experimentas, pero al mismo tiempo la mente no para de comentar: «Tiene que haber algo más. No te pares. Sigue buscando». Tienes que decirle a la mente: «¡Cállate!». Es tu mente, y tienes derecho a decirle que se calle, que no vas hacer caso a esas tonterías. Disfruta de lo que tienes, y cuanto más lo disfrutes más crecerá. Esa es la paradoja, que la mente pide más y más y se inquieta más y más. Sin la mente, vives la paz, el amor, el silencio, y al vivirlos, crecen y profundizan. Tu felicidad adquirirá alas lentamente, empezará a ser una dicha, una bendición.

Osho . El libro del ego .

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