Así es como la palabra Divina querría hacerse oír en todas las regiones del universo,

repitiéndoles sin cesar por medio de tu voz: Lázaro, levántate, porque, si es la voz del hombre la que ha vertido el crimen y el veneno sobre el universo, es la voz del hombre la que debe llevarle la luz, la sabiduría, la mesura y la armonía. Ése es el hombre nuevo, por el que suspira la Divinidad; ése es el hombre nuevo que hay que llamar de nuevo de todas las lenguas, de todas las naciones, de todas las tribus, para que venga a adorar en Jerusalén; ése es el pueblo santo, ésa es la nación escogida, cuyos hijos deben tener, según los profetas, a las reinas por amas de leche y ha de ver a los reyes besar el polvo de sus pies. Isaías, 49, 23.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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