Para nosotros, los hijos de este tiempo histórico, o los 'nacidos' en él, signado por
la oscuridad del fin de un ciclo, todo esto, la realidad de otros mundos, se ve como muy oculta, apenas virtual en lo más interno y velado del corazón de todas las cosas, de nosotros mismos. Pero ese es, sin embargo, el presentimiento, o aun la intuición de la inmanencia divina, de la 'presencia' de lo sagrado como única realidad posible, que todas las cosas deben testimoniar como siéndolo, aunque nos encontremos que algunas lo hacen en forma negativa o como deformaciones, en un mundo que a veces se manifiesta como un complot contra el Ser, o un medio donde hablar de la "Verdad" es sospechoso y por lo menos objeto de irrisión, cosas ellas periféricas con respecto a esa realidad central que ha de ser realizada con la plenitud de las posibilidades que le han sido entregadas al hombre, cuyo propio desarrollo es parejo o simultáneo al propio proceso de Conocimiento, al conocimiento de la Realidad tal cual es, cualquiera que ella sea, cosa que es asombrosa de por sí y que incluye un viaje al inframundo, reiterado cuantas veces sea necesario, y no siempre por propia voluntad, para despojarnos de la tontera, o de la ignorancia, que hemos adquirido a muy alto precio (el de nuestra propia posibilidad de ser), morir una vez más a lo conocido y observar lo más pequeño como lo más poderoso, y a la vez como lo más elevado, de lo que procede la sacralidad del mundo, que en él está contenido, y que se manifiesta articulado como un lenguaje, en el que se expresan los Nombres divinos, (emanación de un Nombre inefable) como la Realidad Universal, donde todo está realizado y sólo hay que tomar conciencia de ello.
Jose Manuel Rio . ACERCAMIENTO A LA CABALA: Sobre el Arbol de la Vida Sefirótico .