¿Podemos conocernos a nosotros mismos sin alguien que nos inspire? ¿Para conocerse a sí mismo

debe usted tener alguien que lo inspire, que lo apremie, que lo estimule, que lo impulse? Escuche la pregunta muy cuidadosamente y descubrirá la verdadera respuesta. Vea, la mitad del problema está resuelta si uno lo estudia, ¿no es así? Pero usted no puede estudiar el problema en su totalidad si su mente está ocupada con la excesiva ansiedad de encontrar una respuesta. La pregunta es: a fin de dar con el conocimiento propio, ¿no debe haber alguien que nos inspire? Ahora bien, si usted necesita un gurú, alguien que lo inspire, que lo estimule, que le diga que lo está haciendo bien, eso significa que estará perdido cuando esa persona se marche algún día. Tan pronto depende usted de una persona o de una idea para su inspiración, por fuerza tiene que haber miedo y, por lo tanto, eso no es en absoluto la verdadera inspiración. Mientras que si observa, por ejemplo, como se llevan un cuerpo muerto, u observa a dos personas que riñen ¿eso no le hace pensar? Cuando ve a alguien que es muy ambicioso, o nota cómo cae usted a los pies del gobernador cuando él llega, ¿no le hace eso reflexionar? Hay, pues, inspiración en todo, desde la caída de una hoja o la muerte de un pájaro, hasta la propia conducta humana. Si usted observa todas estas cosas, está aprendiendo permanentemente; pero si considera que una persona es su instructor, entonces está perdido y esa persona se convierte en su pesadilla. Por eso es muy importante no seguir a nadie, no tener un instructor en particular, sino aprender del río, de las flores, de los árboles, de la mujer que lleva una carga, de los miembros de su familia y de sus propios pensamientos. Esta es una educación que nadie puede darle excepto usted mismo, y ésta es la belleza de una educación así, la cual requiere una incesante vigilancia una mente en constante estado de investigación. Uno tiene que aprender observándose cuando lucha, cuando es feliz y cuando está bañado en llanto.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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