¡Desdichada el alma humana que, después de haber renovado así su alian- za con el
espíritu y la palabra del Señor, no vibra de respeto por la misión que se le ha encomendado y no llena de un santo temor todas las funciones de su ministerio! ¡Desgraciada ella si, después de conseguir nuevos poderes y dones más amplios para hacer que desciendan con más abundancia sobre ella y sobre su región las gracias y los favores de la palabra y del espíritu del Señor, utiliza estos dones con deseos que no son los del mismo espíritu, con una fe que no es la del amor y de la luz y con unas facultades que no están dedicadas plena y exclusivamente a la obra que debe realizar en la tierra! Se hará culpable del cuerpo y de la sangre del Señor (1 Corintios 11: 27), comerá y beberá su pro- pía condenación y se debilitará y enfermará y caerá en el sueño.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .